En opinión de Verónica Malo, el Tren Maya es uno de los juegos más caros que hemos enfrentado todos los mexicanos. Sentado, de piernas cruzadas, el presidente AMLO lo juega a costa de todos los demás.
Hay factores y decisiones que afectan por generaciones. Lo sabemos de sobra, ¿o ya se nos olvidaron las herencias malditas de uno que otro político local y federal? Pues bien, la decisión de jugar al trenecito es una muestra del alto impacto que puede ocasionar una necedad.
Estamos presenciando una fuerte división entre poderes Judicial y Ejecutivo, ¡y qué bueno! Eso habla bien de los pesos y contrapesos. Mas ya no así cuando se trata de aplicar la ley.
Me explico: el presidente viola el derecho de amparo mientras que la SCJN resuelve tibiamente con respecto al decreto de AMLO sobre sus obras emblemáticas (y otras) y la seguridad nacional.
Sí, la insistencia de López Obrador en continuar con las obras del Tren Maya es toda una historia que sería juego de niños si no supusiera que el mandatario ha ido más allá de las suspensiones de los jueces, ha sacado un decreto para darles la vuelta y, la última, expropió poco más de un millón de metros cuadrados de tierras y terrenos.
El que un niño juegue al trenecito es gracioso, pero cuando el presidente de la nación hace lo mismo, se convierte en una decepción para la envergadura que detenta y en graves costos para la región donde sucede, para la nación toda, para el planeta también. ¿O qué? ¿Cuando el presidente oye del cambio climático no piensa en lo que le hace a la península de Yucatán?
Pero vayamos un poco más allá: el Tren Maya reitera lo que todos sabemos, López Obrador MIENTE. Así, con todas sus letras. El 29 de enero pasado descartó expropiar terrenos para continuar con las obras de este elefante blanco. Medio año más tarde, expropia 36 inmuebles privados para el tramo 5. Con la firma del decreto expropiación se suman a los terrenos ya utilizados para el tren más de un millón de metros cuadrados adicionales.
Poniendo las cosas en perspectiva. La longitud del tren es de 1,554 kilómetros de vía. Esto es, 1,554,000 metros lineales y si bien, un metro lineal es diferente a un metro cuadrado, hay ciertas expropiaciones que salen sobrando.
Y sí, se dirá que son porque se requieren más estaciones y otro tipo de servicios e instalaciones para el tren, sin embargo —no debiéramos olvidarlo nunca— estas expropiaciones señalan la falta de planeación y conocimiento de lo que requeriría el Tren Maya para operar.
¿Quién no vio o colocó de niño un tren de juguete? Además de las vías, locomotora, carros y cabus había que poner se podían apreciar estaciones, hoteles, restoranes, pueblitos en cada estación. En la 4T se está realizando una obra que sigue los designios de alguien que se comporta peor que un menor de edad y que, como tal, no obedece a un plan bien trazado y mejor implementado.
El tramo 5 del Tren Maya ha sido uno de los más señalados por la destrucción absoluta de la selva, ruinas arqueológicas, cenotes. Pero no es el único ni lo único. Tanto así que jurídicamente se había amparado la selva y los lugares que de ser destruidos será imposible reconstruir.
No se puede bromear tampoco con los costos y sobre costos de jugar al trenecito; en los últimos seis meses al tren se le han inyectado ¡más de 20 mil millones de pesos extras! El Tren Maya proyectó de inició 120 mil millones de pesos y ya va en los 400 mil millones de pesos. Ello no es serio; el primer mandatario juega con nosotros los contribuyentes. El juego cruel del dispendio.
Y el mismo semestre que se otorgaron esos 20 mil millones al Tren Maya, la secretaría de Hacienda recortó casi 41 mil millones de pesos a las secretarías de Salud y Educación.
Así las prioridades de un gobierno falsamente austero y núlamente franciscano.
El Tren Maya es uno de los juegos más caros que hemos enfrentado todos los mexicanos. Sentado, de piernas cruzadas, el presidente AMLO lo juega a costa de todos los demás.
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