“Váyanse al carajo, yanquis de mierda, que aquí hay pueblo digno” —Hugo Chávez
Anda bravo el presidente, mucho más bravo que de costumbre, ya no son solamente las ocurrencias de siempre, estamos caminando por una senda muy peligrosa que nos podría llevar a convertirnos en el país bananero que tanto sueña.
López Obrador ya se vio como el tata Lázaro, con su pueblo bueno y sabio haciendo filas eternas por la calle Madero del Centro Histórico, llevando a su Palacio cochinos, vacas, aportaciones “voluntarias” arrebujadas en los acarreos groseros que tanto le emocionan. El Presidente puede mandar al carajo al país con tal de cumplir su fantasía histórica y no parece que existan muchos elementos para impedirlo.
El tiro con los estadounidenses ya es abiertamente cantado, en Washington no están tomando a la ligera ni sus mofas ni sus “extravíos ideológicos”, lo del 26 de Julio, con un cuadro gigante de José Martí en su mañanera y una serenata de Amaury Pérez para honrar el asalto al Cuartel Moncada en Cuba de 1953, no generó gracia. El Presidente amenaza con el 16 de septiembre, ¿qué diablos dirá sobre el TMEC?, ¿un choro soporífero cargado de ideologías?, ¿amenazará con una guerra comercial arancelaria entre México y Estados Unidos por el tema energético?, ¿mandará al diablo el Tratado?
La última opción ya preocupa en gran parte del sector productivo del país, la ignorancia del presidente y su reticencia a escuchar en los más elementales temas económicos pueden convertirse en una bomba, dada la frustración de un hombre que parece dispuesto y emocionado a ver el mundo arder.
La controvertida cláusula 34.6 del TMEC concede la posibilidad a cualquiera de los tres países para salirse del acuerdo mediante una simple notificación por escrito con 6 meses de anticipación, algunos expertos señalan que podría encontrarse algún escarpado camino jurídico para evitar que la decisión fuese únicamente del presidente, sin embargo, no es una tarea sencilla.
Es poco probable que AMLO use la opción nuclear de “denunciar” el tratado, pero dado que la actual controversia entre los países apunta a que el Estado Mexicano tendrá que cambiar la Ley de Industria Eléctrica que favorece a la CFE, apoca a los privados y margina las energías limpias y, como es más que evidente, esa la ley no se cambiará dada la configuración actual del congreso y la necedad abismal del presidente, quedan otras posibles e igualmente preocupantes posibilidades.
Una guerra comercial arancelaria es cierto que afectaría en algún nivel la economía estadounidense pero no se compara al desastre económico que provocaría en nuestro país, lo peor es que los aranceles de nuestras exportaciones serían, justamente, para el Tío Sam…
Lo mejor, francamente, sería que el presidente haga un berinche monumental el 16 de septiembre, que se aviente sus clásicas diatribas, que se burle de las tortas gringas o, incluso, hasta que le miente la madre a todo lo gringo… Pero quedé así, en una caricatura. Ojalá.
De Colofón.-
Algunas de las empresas detrás de que haya detonado el mecanismo de controversia del TMEC que hoy tiene al país en vilo, estuvieron previamente reunidas con el presidente en Palacio Nacional, justo antes de su visita a Washington. Parece que el discurso nacionalista no las convenció. Y todavía faltan 796 días para que termine el sexenio.
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