El cuerpo del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, asesinado la mañana de este pasado domingo, fue trasladado por la noche a su municipio, San Andrés Larrainzar, ubicado en los Altos de Chiapas.
Ahí fue recibido por miles de indígenas de la región.
Por la noche, bajo la lluvia, hombres, mujeres, niños y niñas de brazos lo esperaron a la entrada del municipio tsotsil donde el sacerdote nació hace 51 años. El cortejo fúnebre recorrió la avenida principal del poblado, hasta llegar a la casa de sus padres.
¡Alto al crimen organizado!’
Su madre, su padre, sus ocho hermanos y hermanas, acompañados por habitantes de Larrainzar, de San Juan Chamula, y de otros municipios, velan el cuerpo de Marcelo Pérez, quien apenas por la mañana oficiaba misa en la iglesia de Cuxtitali, uno de los barrios más antiguos de San Cristóbal.
Fue aproximadamente a las 7:30 de la mañana cuando el sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal salió de la iglesia del lugar, ahí, un par de hombres que iban a bordo de una motocicleta lo esperaban.
Según testigos, el sacerdote alcanzó a verlos y dos cuadras delante de la Iglesia orilló el vehículo donde viajaba; cuando se estacionaba los hombres lo alcanzaron y le dispararon en nueve ocasiones. Uno de los disparos le alcanzó en la cabeza y provocó la muerte, señala el reporte forense.
El ataque se produce en un contexto de creciente violencia hacia líderes indígenas en diversas regiones. Estas agresiones a menudo están vinculadas a conflictos territoriales y a la defensa de los recursos naturales. Organizaciones de derechos humanos han denunciado un patrón de intimidación y violencia que busca silenciar a quienes defienden sus territorios y tradiciones.
La noticia del atentado ha provocado una ola de indignación entre los miembros de la comunidad indígena y activistas. Muchos exigen justicia y una respuesta más contundente por parte de las autoridades para proteger a quienes luchan por sus derechos.
Los líderes locales han convocado a una reunión para discutir medidas de seguridad y estrategias de defensa. Además, se prevé una manifestación en apoyo al sacerdote y en contra de la violencia hacia los pueblos indígenas.
La situación resalta la necesidad urgente de abordar la violencia y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas. El ataque al sacerdote no solo afecta a su comunidad, sino que también plantea un grave desafío a la paz y la estabilidad en la región.
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