Un consumo prolongado puede tener efectos negativos más allá de los físicos.
A todos nos encantaría poder comer los alimentos más gochos todos los días, pero no podemos. No solo por un tema de salud física, sino también de salud mental. Y es que aunque parezca mentira, la comida también tiene un efecto sobre ella, así que procurar tener una alimentación sana ayuda mucho más de lo que pensamos.
Según explica la experta en alimentación Susan McQuillan, científicos de la Universidad de Florida Atlantic, Carolina del Sur, Georgetown, Kentucky y Sāo Paolo realizaron un estudio con más de 10 mil personas en el que analizaron los productos ultraprocesados que más comían junto con tres síntomas clave en la salud mental: depresión, ansiedad, y días en los que no se sintieran bien mentalmente.
Con todo ello querían probar la teoría que explica que los alimentos ultraprocesados tienen efectos negativos más allá del aumento de grasa corporal, del colesterol malo o lo típico que nos han dicho toda la vida. Y, efectivamente, entre los participantes encontraron que aquellos que mostraban más síntomas eran también los que más comidas de este tipo ingerían habitualmente.
¿Por qué? Bueno, como analiza McQuillan, se ha encontrado a lo largo de los años que este tipo de productos puede llegar a cambiar el cerebro. Además, aumentan las posibilidades de inflamación y de cambiar el metabolismo también, y todo ello afecta también al cerebro.
¿Y cuáles son estos productos concretamente? Según la lista del estudio, estos son unos cuantos que debemos evitar, aunque todos los que vengan ya preparados y llenos de azúcar, edulcorantes, grasas hidrogenadas o aditivos pueden entrar en la lista:
Cereales y galletas azucarados
Bebidas azucaradas
Productos cárnicos procesados
Bollería industrial
Patatas fritas
Por tanto, hay todavía más razones para minimizar el consumo de los ultraprocesados. No significa que haya que eliminarlos al 100% y para siempre, porque de vez en cuando a todos nos apetece algo de esto. No pasa nada, lo que debemos controlar es que no se conviertan en un habitual de nuestra dieta, porque el consumo prolongado es lo que realmente importa.
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